El Atlético, aterrorizado ante la sanción de la UEFA a Griezmann

Los servicios jurídicos del Atlético de Madrid permanecen muy atentos a la sanción de la que va a ser objeto Antoine Griezmann por parte de la UEFA por su expulsión del pasado martes ante el Liverpool. El pliego de alegaciones ya está esbozado porque en el club se temen lo peor. El protocolo del Comité de Disciplina del máximo organismo europeo suele ser suspender con dos partidos a los jugadores que reciben tarjeta roja directa, lo que supondría perder al francés ante el propio Liverpool y ante el Milan. El Atlético, además, está aterrorizado ante la posibilidad de que la UEFA vaya más allá e imponga al delantero un mayor castigo, y se basan en precedentes en su contra que así lo demuestran.

El 2 de noviembre de 1993 el Atlético jugó en Creta ante el OFI en los dieciseiavos de final de la Copa de la UEFA. Defendía un pírrico 1-0 que se traía del Vicente Calderón. No fue la mejor noche rojiblanca, pero la actuación del colegiado checo Jiri Ulrich y las posteriores consecuencias han pasado a la historia negra del club madrileño.

Con 1-0 en el marcador a favor de los griegos Ulrich señaló penalti en el área colchonera a los 60 minutos en una acción entre Samaras y Caminero. En la misma jugada expulsó al centrocampista internacional rojiblanco y luego, en el lanzamiento de Tsifoutis, concedió gol pese a que el meta Diego consiguió detener el balón sin que sobrepasara la línea. 

El partido acabó con los jugadores colchoneros rodeando al árbitro indignados por lo que había sucedido, pero lo más grave llegó a continuación. El Comité de Disciplina de la UEFA se cebó con el Atlético en general y con Caminero en particular, al que impuso una sanción de nada menos que cinco encuentros. ¿La razón? Que los directivos habían cometido el imperdonable error»de calificar de «robo» la actuación arbitral, además de pedir la repetición del choque al haberse demostrado a través de las imágenes que el penalti que dio la clasificación al OFI no había entrado.

Quince años más tarde el Atlético recibió en el Calderón al Olympique de Marsella en la fase de grupos de la Champions y los aficionados franceses, conocidos por ser uno de los núcleos ultra más violentos del mundo, protagonizaron incidentes tan lamentables que obligaron a la intervención de la policía. Ni estuvo implicado el Frente Atlético ni tuvo nada que ver la hinchada rojiblanca, pero la UEFA cerró el Vicente Calderón por dos partidos (al final la sanción se quedó en jugar a puerta cerrada ante el PSV).

El último ejemplo es el de Dusan Savic, expulsado en el partido de vuelta ante el Chelsea de octavos de final de la pasada temporada por dar un codazo a Rudiger en un saque de esquina. El árbitro italiano Danielle Orsato no aplicó el mismo criterio en la primera parte, cuando el montenegrino recibió un golpe similar en su área de manos del alemán Kai Havertz, pero además dijo en el acta que tras la tarjeta roja el defensa había empleado «un lenguaje abusivo». El resultado: cuatro encuentros de sanción que aún arrastra.

El Atlético teme ahora que con Griezmann suceda algo parecido. Al tratarse de una interpretación arbitral el club no puede presentar alegaciones hasta que conozca la sanción, pero los antecedentes insisten en que la UEFA castiga con un mínimo de dos partidos las expulsiones directas. Eso significa que el francés no podría jugar ni ante el Liverpool ni luego en la jornada siguiente ante el Milan.

Sin embargo puede ser peor. Si la sanción es por más encuentros Antoine se perdería el decisivo choque en el estadio Do Dragao ante el Oporto en el que, según todos los indicios -los dos equipos están empatados a cuatro puntos en la clasificación- se va a dilucidar el pase a los octavos de final.

Los servicios jurídicos están preparados para presentar recurso atendiendo sobre todo a los antecedentes del jugador, que nunca ha sido violento. Sin embargo, la historia demuestra que las posibilidades de que la UEFA atienda su demanda son más bien escasas.